Ya fueron presentadas las líneas base del Plan Nacional de Desarrollo (PND), el abrebocas de un documento que llegará al Congreso el próximo año y que constituye, quizá, el proyecto más importante de todo nuevo Gobierno. En el Plan de Desarrollo quedarán consignados todos los objetivos, programas y proyectos que se llevarán a cabo en los próximo cuatro años, incluyendo el plan de inversiones con los ingresos y gastos del cuatrienio.
En palabras castizas, lo que no esté en el PND no se hace, así de simple. Por eso es tan importante la discusión sobre el Plan de Desarrollo, pues es la herramienta que tenemos los ciudadanos para pasar cuentas al Gobierno y darnos cuenta si lo prometido en campaña eran palabras vacías o verdaderas intenciones de gestión y de ejecución.
Hasta el momento, nuestro primer elemento de juicio son las bases del plan, un documento preliminar que muestra algunas líneas bastante interesantes que se corresponden con el proyecto de país que propuso Petro en su campaña presidencial, al cual decidimos respaldar por estar en concordancia con las banderas y consignas que promovimos en nuestra aspiración a la Cámara de Representantes.
El Plan Nacional de Desarrollo tiene a la vida como el eje fundamental de una hoja de ruta clara para convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida, “a partir de la construcción de un nuevo contrato social que propicie la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio de nuestro relacionamiento con el ambiente y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza”.
A partir de esta idea se definen seis líneas de acción: Ordenamiento del territorio alrededor del agua; seguridad humana y justicia social; derecho humano a la alimentación; internacionalización, transformación productiva para la vida y acción climática; convergencia regional; y estabilidad macroeconómica.
El Atlántico tiene todas las potencialidades para ser determinante en la aplicación del Plan de Desarrollo. Si el Gobierno realmente quiere llevar a cabo lo planteado en sus líneas base, debe prestar especial atención en lo que ocurre en este departamento y en la región Caribe.
Por algo en campaña defendimos el principio de seguridad humana como uno de nuestros ejes transversales, pues entendemos, como también entiende el Gobierno, que la seguridad debe abordarse desde una perspectiva integral que ataque las causas que ayudan a proliferar la inseguridad. Es decir, debe brindar oportunidades a los sectores poblacionales que más las necesitan. Al respecto, El PND fija una visión global y humana del concepto de seguridad al establecer como ejes de trabajo la importancia del empleo juvenil, la salud mental como condición inherente al sistema de salud y finalmente, una protección a la vida a través de garantías y bienes públicos como un sistema de pensiones progresivo y eficiente.
Además, hay una línea entera dedicada a la seguridad alimentaria, otra de nuestras luchas, la cual es presentada por el Gobierno como el “derecho humano a la alimentación”. Aquí se recoge no sólo la implementación, por fin, de la reforma agraria, una deuda histórica con el campo colombiano, sino todo un enfoque de tecnificación y modernización de la actividad agropecuaria para hacer de Colombia una despensa de alimentos capaz de autoabastecerse y de surtir al mundo.
En este punto confiamos en que la vocación agrícola y los terrenos fértiles del Atlántico se verán beneficiados por este cambio de enfoque productivo, el cual pone al agro en primer orden de prioridades por encima de otras actividades económicas, como la minería, que no son muy fuertes en el departamento.
La línea de convergencia regional evidencia una intención clara y concreta del Presidente Petro de trabajar por las regiones. Esta línea responde al clamor de descentralización que desde el Caribe -pero más en concreto desde el Atlántico-, hemos pedido a los gobiernos sin ser realmente escuchados. Que el Plan plantee una relación más horizontal entre el Gobierno central y las regiones, y que se impulsen espacios regionales de participación en la construcción colectiva de las políticas que impacten en el territorio es algo que está en la dirección correcta.
Posiblemente el eje más acertado -considerando la coyuntura y emergencia climática- del país hace referencia al ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental. Los últimos meses nos han demostrado lo evidente: el poder de la naturaleza es superior a cualquier previsión y anticipación humana. Con seguridad, en la implementación del eje, ‘la administración del territorio a partir del agua’, el Atlántico, por la emergencia constante que representa el Canal del Dique, y otros territorios del Caribe, como la Mojana en Bolívar, estarán en primer orden de prioridades.
Al respecto, desde las Comisiones Accidentales del Canal del Dique y el Río Magdalena, hemos adelantado una gestión para que en el Plan de Desarrollo se incluya el “Pacto Regional Ruta del Dique y Ecorregión del Guájaro”, el cual busca garantizar las intervenciones necesarias y los recursos que requieran, para mitigar la situación de riesgo constante que vive esta subregión, creando para tal fin un documento CONPES.
Este ‘Pacto’ ha sido respaldado por el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, quien se comprometió a velar por su incorporación en documento final del Plan Nacional de Desarrollo, y también ha sido comunicado al presidente Gustavo Petro a través de una carta firmada por los integrantes de las Comisiones Accidentales del Canal del Dique-Río Magdalena.
El Plan de Desarrollo cuenta con las directrices apropiadas para enfrentarse a la coyuntura que hoy por hoy vive Colombia. Políticas como la renegociación de la deuda externa a partir de la implementación de acciones para la preservación del Amazonas aprovechan las ventajas inherentes que nos da nuestra ubicación geográfica. Igualmente, conceptos que habían sido inexistentes en la planeación nacional como el de justicia social y la introducción explícita de derechos como el derecho a la alimentación, hacen al PND de este gobierno una oportunidad única para acercar a Colombia a un nivel máximo de bienestar.
Con seguridad en los próximos meses veremos más adelantos en los que el Atlántico tendrá un rol imprescindible o podrá aportar de manera activa a las metas y objetivos de país que tendremos en estos cuatro años. No hay duda de que nuestro departamento es uno de los motores que impulsarán el futuro de Colombia.
La discusión del Plan Nacional de Desarrollo apenas comienza y en ella tenemos muchas cosas más que aportar. Así que esperen más columnas sobre este tema.
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