El renacer de Puerto Colombia

El renacer de Puerto Colombia

Al César lo que es del César: Puerto Colombia está en una buena hora. Sí, puedo sonar optimista pero es una sensación que tengo cada vez que regreso a mi querido municipio. Y no es para menos, si en medio de tantos azares que tiene la vida, en Puerto parece que se vive un renacer, que la brisa, las olas del mar y los bellos atardeceres lo hacen a uno mirar con decisión hacia el futuro y apostar por este paraíso caribeño.

Cómo no sentirse embriagado por los buenos presagios si el viernes fuí testigo del que será, sin lugar a dudas, el epicentro del turismo y del intercambio cultural del municipio en los años venideros. Hablo del Centro Gastronómico Internacional, el Muelle 1888, un lugar mágico en el que porteños y turísticas por igual podrán disfrutar de lo mejor de la comida típica de nuestra región Caribe, pero también de todos los sabores que las decenas de culturas que han inmigrado a esta zona nos han regalado. Un mestizaje cultural, gastronómico e idiomático que configuran la diversidad y riqueza del Atlántico, pero sobre todo de Puerto Colombia, la verdadera Puerta de Oro de Colombia.

La fecha que le da el nombre al nuevo centro gastronómico1888, es muy importante para los porteños y me parece loable que se inmortalice en este lugar. No es para menos, fue en ese año que se construyó el Muelle de Puerto Colombia, el que años después, en 1920 se transformaría en el principal puerto del país y uno de los más importantes en todo el mundo.

En ese tiempo ya lejano, Puerto Colombia vivió su primer auge, impulsado por la actividad comercial del sistema portuario multimodal que se consolidó entre el municipio y la capital del Atlántico, el cual consistía en el Muelle, su respectivo puerto marítimo, un ferrocarril que lo conectaba con la aduana en Barranquilla y un puerto fluvial que permitía el tránsito de las mercancías hacia otras partes del país a través del Río Magdalena.

Todo este complejo sistema hizo de Puerto Colombia la puerta de entrada al país no solo del comercio sino de cerca del 90 por ciento de los inmigrantes europeos, asiáticos y americanos cuyas culturas enriquecieron la nuestra y ahora son exaltadas en el Centro Gastronómico Internacional.

En una Colombia que le apunta al turismo como uno de los pilares más importantes de su economía, lugares como Puerto Colombia deberían tener un papel cada vez más preponderante. Es por esto que insistimos en nuestro proyecto de declarar a Puerto Colombia un Distrito Especial Turístico, Cultural, Histórico y Tecnológico. Este reconocimiento no solo será el primer paso para saldar una deuda histórica, que data del tiempo en que fue cerrado el viejo muelle, sino que es un impulso muy necesario para consolidar el camino de progreso que Puerto viene transitando desde hace casi 20 años. Por allá en 2007, gracias al buen desempeño fiscal, se logró salir por fin de la categoría de “vulnerable” y pasar a ser considerado un municipio “sostenible” por parte del DNP, y unos años después, en 2010, este organismo elevó su categoría a “solvente”, donde se mantiene hasta la fecha.

Ese es el legado de los gobiernos de esa época, que se concentraron en poner la casa en orden, cuidar los recursos públicos, y encaminar al municipio en una senda que se sigue consolidando con el pasar del tiempo.

Hoy Puerto Colombia es el epicentro del gran saber del departamento, pues alberga a las principales universidades del Atlántico y la Costa Caribe; también lo es de la salud, pues cuenta con las clínicas y hospitales más modernos de la región; y de la tecnología, porque por allí entran y salen las fibras ópticas que conectan a Colombia con el mundo, manteniendo su condición de “Puerta de Oro” del país, en este caso de su era digital, un legado heredado de la época del viejo muelle que se mantiene vivo en el presente.

Tanto crecimiento ha traído consigo un boom del urbanismo, haciendo que el municipio crezca de forma ordenada y cada vez atraiga a más personas de todas partes del país y del mundo que buscan en Puerto un nuevo hogar. Es más, en el reciente estudio de la Red de Ciudades Cómo Vamos impulsado por el grupo Corona, Puerto Colombia clasificó como quinta entre los mejores lugares para vivir en Colombia.

Este estudio se basa en la percepción de la ciudadanía que reside en los municipios y tiene en cuenta factores como la economía, salud, educación, vivienda, espacio público, seguridad, participación ciudadana y gestión pública de estos lugares, aspectos en los que Puerto Colombia no solo sale bien librada sino que destaca por encima de grandes ciudades como Bogotá, Medellín y Cali.

Es justo y necesario que el renacer de Puerto Colombia sea coronado con el premio que espera desde hace ya mucho tiempo, su nombramiento oficial como Distrito Especial Turístico, Cultural, Histórico y Tecnológico. Detrás de este propósito he estado desde mi llegada al Congreso de la República, pero antes de mí otros líderes como la exalcaldesa Martha Villalba han enarbolado estas banderas.

Confieso que no ha sido un camino fácil, se requiere una aprobación de un Acto Legislativo que modifique la Constitución de 1991 y por lo tanto son dos vueltas, es decir, ocho debates, los que debe surtir el proyecto en el Congreso para llegar a feliz término. Vamos por nuestro tercer intento de recorrer nuevamente este largo camino, pero tenemos la fe intacta y prometemos no desfallecer. Eso sí, necesitamos un masivo apoyo de la ciudadanía porteña, de toda la bancada de senadores y representantes del Caribe, y de los líderes cívicos y políticos de nuestro departamento para lograr el cometido.

Queremos darle este regalo a Puerto Colombia, un merecido reconocimiento para que siga en su buena hora, para que consolide con broche de oro su definitivo renacer.

El mundo de Pinker

El mundo de Pinker 

Hace un tiempo, en una conversación muy amena sobre educación con Julián de Zubiría, hablábamos de que la principal dificultad que enfrentaba hoy el país era un ataque constante a la racionalidad de los colombianos. Zubiría citaba al psicólogo y profesor de Harvard Steven Pinker, un defensor acérrimo de la racionalidad, para referirse a los sesgos en la percepción de la realidad que tenemos las personas, los cuales nos llevan a reafirmar nuestras propias creencias más que a buscar la verdad objetiva de las cosas. 

Pinker es un gran optimista, defiende con datos objetivos que el mundo sigue desde hace décadas una tendencia a la mejora, y que el progreso, empujado por el desarrollo tecnológico y el avance de la democracia, no se ha detenido ni muestra signos de hacerlo prontamente. Su visión del mundo contrasta drásticamente con aquella que nos vende a diario las noticias, tanto nacionales como internacionales, enfrentándonos a una cotidianidad de desasosiego, desesperanza, crisis económica y guerras.

“En la asimilación sesgada, los individuos buscan argumentos que ratifiquen sus creencias y se protegen de aquellos que podrían refutarlas”, dice Pinker en uno de sus libros. Y agrega además que estamos viviendo en una sociedad donde la verdad no se busca, sino que se decide dependiendo de qué lado se esté. La verdad entonces es la que dicen los que piensan como yo. 

El problema es que en el país está haciendo carrera una verdad evidentemente ideologizada que ha permeado todos los espacios de la sociedad, y que ya no sólo es defendida por los opositores del gobierno, sino por los medios de comunicación del establecimiento y sus gremios económicos: que Colombia va camino a la ruina. Una terrible profecía que al parecer tiene adeptos trabajando día y noche para hacerla realidad. 

Lo vemos en el debate de la Reforma a la Salud, en el que se ha repetido hasta el hartazgo que Petro quiere estatizar la Salud, pero se escoge ignorar que el sistema propuesto mantiene la participación de las clínicas y hospitales privados, que representan el 80% de los prestadores de la salud. En los análisis alarmistas no se dice que las EPS son un modelo de aseguramiento que hoy están demostrando su fracaso, acumulando escándalos de corrupción y evidenciando problemas financieros cuya responsabilidad se le achaca al Estado. 

Mi afinidad con las reformas sociales de este gobierno, en especial con la de la salud son de público conocimiento. Soy un socialdemócrata y desde la campaña presidencial reconocí en Petro al único candidato de corte liberal en la contienda, por eso decidí apoyarlo en la primera vuelta, apartándome incluso de la recomendación del jefe de mi partido que invitaba a votar por un contrario. Fue el convencimiento de que estas reformas del cambio no son de Petro, sino son las que necesita Colombia lo que también me llevó a renunciar a la vocería del Partido Liberal en la Cámara de Representantes, pues no había una postura clara por parte del partido que yo pudiera, en buena fe, defender frente a la reforma a la Salud. 

Pero no me considero un seguidor de personas, sino un seguidor de causas, y estoy casado con la causa de hacer transparente el manejo del dinero público de la salud, de llevar este derecho a los lugares más apartados del país, ahí donde no es negocio, y de que el Estado asuma la responsabilidad de administrar los recursos de la salud, para que pueda girar con trazabilidad, fiscalizar con efectividad, y sancionar con pertinencia. 

No permitamos que se nos olvide que la discusión sobre la esencia de la reforma es esta, lo demás se está usando como sofisma de distracción por aquellos que quieren tumbar a toda costa esta y todas las reformas, sin discutirlas, sin ponderarlas, sólo por el sesgo de que provienen de este gobierno. En mi caso reitero que solo retiraría mi apoyo a la reforma a la salud si el gobierno permite que se desnaturalice.  

Me adscribo a las palabras de Pinker: “el sesgo ha invadido progresivamente nuestras deliberaciones”; y es que al menos yo veo muy pocos análisis ponderados. 

Poco se habla, por ejemplo, de que la llegada de turistas extranjeros aumentó un 29% con respecto a 2022, mostrando que va bien encaminada una de las principales apuestas del actual gobierno. Que el desempleo retrocede (estamos en 9.3%) y ya regresamos a niveles de 2018, es decir, logramos borrar los estragos de la pandemia en esta materia. Que la inflación cae por séptimo mes consecutivo, que el peso se apreció 21.4% el último año siendo la moneda más valorizada del continente. Que la deforestación bajó un 70% en los primeros nueve meses del 2023, que este gobierno ha comprado más tierras para los campesinos que los últimos gobiernos. Que se han incautado 600 toneladas de cocaína desde que Petro es presidente, pese a que se injurie al gobierno tachandolo de amigo del narcotráfico. 

Y no contento con eso se ha avanzado también en promesas esenciales para el cambio en Colombia, como la educación superior gratuita, pues gracias al Decreto 1907/2023 se garantizó el 100% de la matrícula en 64 universidades públicas. Hemos llegado hasta el absurdo de descalificar la histórica reunión del presidente con los principales representantes del empresariado del país para alcanzar el tan anhelado Acuerdo Nacional. 

Son datos y hay que darlos, aunque algunos sigan empecinados en vivir en ese mundo de sesgos y prejuicios del que habla Pinker, un mundo donde la racionalidad no tiene cabida, y en donde no importa que sufran muchos para que la “verdad” siga siendo de unos pocos. 

Colombia Potencia Mundial del Deporte

Colombia Potencia Mundial del Deporte

Si en algo se va a destacar el gobierno de Gustavo Petro será en transformar a Colombia en una potencia mundial del Deporte. Así lo deja más que claro el apoyo del presidente a la realización de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos del 2027 que tendrán como sede a Barranquilla y otras ciudades del Caribe colombiano. 

La confirmación de los juegos, el segundo evento deportivo más importante del mundo después de los Olímpicos,  trae consigo una decisión que considero no solo acertada sino muy provechosa: escoger como sede no solo a Barranquilla sino a todo el Caribe. 

Que se democratice la sede en todo el Caribe ayuda a que esta sea una verdadera apuesta de país y a que la inversión hecha por el Gobierno Nacional, que será del 60% del costo total de las justa, esté mucho más justificada, pues los beneficios para la economía podrán llegar a varias ciudades caribeñas, necesitadas de un impulso a través del deporte. 

Claramente, Barranquilla seguirá siendo la gran anfitriona y desde ya se está trabajando en todos los preparativos. Es un reto para todos en la ciudad, desde la ciudadanía, hasta la dirigencia política, superar la exitosa experiencia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe realizados en 2018, y estoy convencido de que estamos a la altura de la tarea. 

Pero si para algunos los juegos están todavía muy lejos, les cuento que en menos de un año tendremos otro gran evento deportivo global que se llevará a cabo en el país, la Copa Mundial Femenina Sub 20 de la FIFA 2024. 

Con la realización del mundial femenino, Colombia sigue abonando su camino como potencia deportiva mundial, y se perfila como una futura plaza para eventos cada vez más grandes y trascendentales. Para nadie es un secreto que es un anhelo de vieja data del país, y de cualquier país, albergar una Copa Mundial de la FIFA de mayores, un norte al que nos dirigimos con paso lento pero seguro. 

La Copa Mundial Femenina Sub 20 de la FIFA representará también para Colombia la consolidación de un proceso de desarrollo deportivo del fútbol femenino que ha traído grandes alegrías para los aficionados del combinado nacional en sus diferentes categorías. Desde hace varios años la Selección Colombia Femenina viene formando un grupo de jugadoras excepcionales que han hecho parte de un proceso desde las divisiones sub-17, sub-20 y por supuesto en la selección de mayores. 

Solo por recordar algunos logros tenemos el campeonato Sudamericano Femenino ganado en 2008, y el subcampeonato mundial de 2022 en la categoría sub-17. La Medalla de Oro en los Panamericanos de Lima 2019 y el segundo puesto del Sudamericano Femenino de 2010, en la categoría sub-20. Y, como no, las destacadas participaciones en los Mundiales Femeninos de mayores de 2011, 2015 y la reciente de 2023 en la que alcanzamos cuartos de final, equiparando la mejor participación histórica de la Selección Colombia masculina en los Mundiales. 

Pero todo hay que decirlo, aún se necesita más apoyo para el fútbol femenino en Colombia, pues las buenas actuaciones de los combinados nacionales todavía no derivan en la constancia de una liga competitiva que permita el desarrollo pleno del talento de nuestras jugadoras. Si queremos más Lindas Caicedo, hoy por hoy una de las mejores futbolistas del mundo reconocida así en la lista del Balón de Oro Femenino, necesitamos más inversión en los equipos, más formación y más torneos con ritmos constantes de juego. En eso debe haber un esfuerzo adicional tanto de los equipos profesionales del fútbol colombiano, como de la Liga, y cómo no, del Estado. 

Creo que vamos por buen camino y para aportar en estos propósitos acompañamos a la radicación en el Congreso de un proyecto de ley que busca brindar excepciones de impuestos para facilitar la realización de la Copa Mundial Femenina Sub-20 FIFA 2024. Con este proyecto, impulsado por la Ministra del Deporte, Astrid Rodríguez, el Ministro de Comercio, Germán Umaña; Hacienda, Ricardo Bonilla e Interior, Luis Fernando Velasco; además de contar con mi firma y la de otros congresistas; se buscará que todas las delegaciones de la FIFA asistentes al torneo, así como sus filiales comerciales, no sean sujeto del cobro de impuestos, restando trabas a los movimientos financieros derivados del evento. 

Ahí lo tienen, con los Panamericanos y Parapanamericanos garantizados y el Mundial Sub-20 Femenino a la vuelta de la esquina, el Gobierno del cambio sigue encaminado a consolidar el país como potencia mundial del deporte. El que quiera más que le piquen caña. 

El verdadero peligro de la Reforma a la Salud

El verdadero peligro de la Reforma a la Salud 

Se acerca nuevamente el debate de la Reforma a la Salud, que avanza con buen paso por la Cámara de Representantes y que fue aplazada a causa de las elecciones regionales tras haberse aprobado un total de 35 artículos. 

La Reforma goza de buena salud, y de eso da cuenta los consensos que con mucha dificultad, pero con mucha determinación, se han logrado establecer entre el Gobierno, los congresistas, y los principales actores del sector salud. Sin embargo, todavía persisten muchas voces opositoras que de manera temeraria insisten en gritar “LOBO”, y advertir de unos supuestos “peligros” en la reforma. 

Yo tengo algo claro, si existe un peligro, un verdadero peligro, es que esta reforma no se apruebe. 

Lo digo con conocimiento de causa, pues llevo más de 50 años dedicando mi vida al sector salud, donde he sido estudiante, médico, gerente de hospitales, EPS e IPS tanto públicas como privadas, y empresario de la salud, lo que me permite tener una visión holística del sector. He vivido y sufrido en carne propia las virtudes y defectos tanto del antiguo Sistema Nacional de Salud, como el que actualmente rige a partir de la Ley 100. 

Por eso no me tiembla el pulso al escribir que la Ley 100 sirvió para mucho, ayudó mucho, y le permitió a miles de colombianos acceder a un derecho que antes estaba restringido a unos pocos. Mi apoyo a esta reforma no esconderá nunca esa realidad. Pero tampoco tiemblo al decir que lo bueno de la Ley 100 se dio a pesar de las EPS, no gracias a ellas. 

La crisis del sistema es evidente, y para el que todavía la ignoraba, se hizo aún más explícita luego de la carta que Sura, Sanitas y Compensar, tres de las EPS más grandes del país, enviaron al Gobierno Nacional advirtiendo profundos problemas financieros que ponen en riesgo su continuidad, y por ende, la atención en salud de los miles de pacientes adscritos a ellas. Y hace unos días, la manifiesta crisis por las deudas de Sanitas con su proveedor Cruz Verde que obligó al Gobierno a tomar medidas e intervenir. 

¿Qué más peligroso que eso? No lo sé. Sin ánimo de cuestionar a estas empresas, las cuales han sido reconocidas entre las EPS más responsables del sector, esta situación hizo más relevante que nunca la pregunta que sustenta esta reforma a la salud: ¿el derecho a la salud de los colombianos está realmente protegido en manos de los privados?

Si hay algo claro es que en una sociedad capitalista ninguna empresa se crea sin fines de lucro, y que cuando estas comienzan a dar pérdidas es normal que se cierren, pero cuando dichas empresas deben garantizar la prestación de un derecho fundamental como la salud, la cosa se complica. Si cerrar no es una opción, pero la plata no alcanza, la solución de las EPS es pedirle más dinero al Estado, quien es el verdadero garante del derecho a la salud. En este escenario ¿por qué es descabellado y peligroso pedirle al Estado que administre lo público y garantice sin intermediarios un derecho fundamental? 

A quienes no les gusta la reforma repiten que esto es “estatizar” el sistema de salud, pero se les olvida que la reforma mantiene la cooperación entre IPS, clínicas y hospitales privados con la red pública hospitalaria. No es estatizar si lo que se está haciendo es que unos recursos públicos, que hoy administran privados, pasen a ser administrados de manera pública. 

En otras palabras, esta reforma elimina la intermediación de los recursos de la salud, dándole al ADRES la capacidad de hacer los pagos y giros directamente a los hospitales y clínicas. Además, crea un sistema de información único, que permitirá transparentar los recursos, y saber a ciencia cierta en qué se gasta la plata de la salud. Esto no pasa hoy, pues el actual modelo hace del Estado un girador ciego, que de buena fe transfiere recursos a las EPS para su administración. Por eso me pregunto ¿es más peligroso saber o no saber en qué se va la plata de la salud? 

Otro beneficio de la reforma es el fortalecimiento de la Superintendencia de Salud, quien por fin podrá hacer un control efectivo en el gasto y un seguimiento al funcionamiento de la prestación del servicio. Vuelvo a preguntar: ¿es más peligroso una Superintendencia débil o una fuerte con capacidad real de control? 

Estos son solo dos aspectos a destacar, pero para mí son los esenciales, porque será gracias a ellos que podamos avanzar en la cobertura rural de la salud, en el énfasis en prevención y atención primaria, y en eliminar de una vez y para siempre la perversa integración vertical. 

Dejar el sistema como está no sólo es negligente, sino que nos convierte en espectadores inermes de una cuenta regresiva que no se va a detener y que terminará con el inevitable colapso de la salud en Colombia. Por eso el verdadero peligro de esta Reforma a la Salud es que permitamos que se desnaturalice o no sea aprobada. 

Papiros: Símbolo de un gobierno que escucha a su pueblo

Papiros: Símbolo de un gobierno que escucha a su pueblo

Con la última resolución expedida por el Ministerio de Transporte, el Gobierno del presidente Gustavo Petro le cumplió a la gente de Puerto Colombia y garantizó que hasta octubre (prorrogable hasta fin de año) no serán cobradas las categorías C1 y C2 en la caseta de control conocida como el Peaje Papiros. Es decir, los carros particulares, de los porteños y los atlanticenses no tendrán que pagar nada en un peaje que divide groseramente el área metropolitana de Barranquilla. […]

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Peaje Papiros: Carta a Gustavo Petro

Peaje Papiros: Carta a Gustavo Petro

Bogotá D.C., mayo 25 de 2023

Doctor

Gustavo Francisco Petro Urrego

Presidente de la República de Colombia

Ciudad

Respetado Señor Presidente:

De manera cordial y respetuosa me dirijo a usted para solicitar su intervención directa en una situación que aqueja a miles de ciudadanos del municipio de Puerto Colombia en el Atlántico y que ha escalado a niveles francamente preocupantes, toda vez que un acuerdo que se había logrado con el Ministerio de Transporte en mesas de trabajo, ha sido reversado.

Desde hace casi 30 años la ciudadanía porteña, el grupo político que actualmente represento en el Congreso de la República, así como otros actores claves de Puerto Colombia, hemos venido librando una lucha incansable por el desmonte de la caseta de control conocida popularmente como el Peaje Papiros.

Señor presidente, Papiros es actualmente el símbolo de la desidia de los pasados gobiernos que históricamente han ignorado el clamor de la comunidad, quienes se sienten asfixiados por el constante cobro de un peaje que deben pagar para llevar a sus hijos al colegio, trasladarse a sus lugares de trabajo, acudir a los hospitales de la zona e incluso llorar a sus muertos, pues en esta vía quedan colegios, universidades, hospitales y cementerios.

Dicha caseta fue instalada en el año 1995 cuando se entregó la concesión hoy llamada Ruta Costera que comprende la vía entre Barranquilla y Cartagena. En un principio, esta caseta pretendía gravar el paso de los camiones que llevaban piedra caliza a la antigua fábrica de Cementos Caribe. En ese momento, Puerto Colombia tenía poco más de 20 mil habitantes. Hoy, que no existe más la cementera, y que los porteños superan las 50 mil personas, son los ciudadanos quienes heredaron la carga impositiva derivada de este peaje.

Con los años, muchas movilizaciones sociales se han producido buscando una solución definitiva al tema de Papiros, una problemática que se agrava a medida que el municipio de Puerto Colombia crece y más vehículos transitan por esta vía conurbana. Desde su adjudicación, el diseño de esta concesión tuvo serios problemas todavía no resueltos. Entre ellos, la falta de iluminación en la vía, lo que genera un grave riesgo de accidentalidad y muerte, al igual que la báscula de pesaje dispuesta en Papiros, instalada de manera tal que genera alta congestión vehícular y peligro constante de accidentes. Lo anterior ha sido reconocido por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, ente que entregó un informe con ocho hallazgos graves en la zona. Entre noviembre de 2022 y lo que va del año, en las inmediaciones de Papiros han muerto cuatro personas en dramáticos accidentes, incluido un ciclista.

Desde noviembre, precisamente, en Puerto Colombia se ha iniciado una intensa movilización popular y sabemos que no se va a detener; no quisiéramos que esta se transformara en un plebiscito contra su Gobierno ni contra los grupos políticos que respaldamos su aspiración presidencial. Presidente, casi el 70% de los porteños votaron por usted, y en las pasadas elecciones a Congreso la organización política que represento obtuvo su mayor votación histórica, convirtiéndome en el congresista más votado en ese municipio. Este apoyo popular nos entrega la responsabilidad de alcanzar las soluciones definitivas que le han sido negadas a los porteños.

Presidente, no hay mayor símbolo del cambio para los habitantes de Puerto Colombia que, por fin, la situación del Peaje Papiros sea solucionada. Esta sería la mejor demostración de que este es un gobierno diferente que respalda la movilización social legítima y que escucha a la gente.

Entendemos que una solución definitiva requiere de una viabilidad financiera que no vaya en detrimento de la concesión o del Estado, por lo que consideramos que la propuesta óptima pasa por la unificación de tarifas del peaje de Puerto Colombia  -que está apenas a unos 7.5 kilómetros de Papiros- con las del peaje Marahuaco, de forma que no sea necesaria la existencia de la caseta de control. 

Esta eventual medida, derivada de las mesas de concertación realizadas entre el Gobierno y la comunidad de Puerto Colombia, enfrenta una dificultad en su aplicación, pues a inicios de este año se expidió el decreto 0050 de 2023 como un alivio antiinflacionario al bolsillo de los colombianos, el cual congela las tarifas de los peajes a cargo del Invias y de la ANI en todo el país, e impide que se hagan aumentos tarifarios hasta que termine el año. En tanto esté vigente el decreto, se ha planteado mantener inactivo el cobro de las categorías C1 y C2 en Papiros, una propuesta que presentó en su momento nuestro actual ministro de Transporte, en su condición de presidente de la ANI, y que la ciudadanía nos pide cumplir.

Compartimos el espíritu de este decreto, y entendemos la motivación del señor presidente de actuar en favor de la economía de los ciudadanos. Sin embargo, reiteramos que el caso de Papiros es excepcional, pues para aliviar efectivamente el bolsillo de los porteños y para responder con decisión el clamor ciudadano, es necesario reajustar las tarifas del peaje de Puerto Colombia.

Señor presidente en sus manos está  la potestad de darle vía libre a las soluciones concertadas con la comunidad, y resolver de una vez por todas esta problemática heredada de gobiernos pasados que nunca han estado a favor del pueblo.

Estoy convencido que como yo, usted también tiene el Atlántico en el Corazón, y que escuchará este llamado del que soy portavoz, pero que se alza desde hace tres décadas en las gargantas de todos los porteños que han vivido y sufrido este injusto Peaje Papiros. 

Atentamente,

Dolcey Oscar Torres Romero

Representante a la Cámara 

Superpuerto de Hidrógeno Verde, apuesta para productividad desde la Región Caribe

Superpuerto de Hidrógeno Verde, apuesta para productividad desde la Región Caribe

Si de verdad queremos conseguir el objetivo de la descarbonización de Colombia sin comprometer la estabilidad económica del país, es el momento de apostarle a megaproyectos de gran envergadura cuya vocación productiva sea precisamente potenciar las alternativas energéticas al carbón y el petróleo. En aras de contribuir a este propósito, estamos proponiendo que en Barranquilla se construya el Superpuerto de Hidrógeno Verde. […]

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